Si les tengo que decir la verdad, ya
no quiero escribir esto. Ya no quiero, no más.
Se me van las ganas de creer en
poder propiciar un cambio cada vez que escucho cosas así. Cada vez que tengo
que abrir un Word para escribir estas cosas se me va un poquito más la fe en la
humanidad.
Si les tengo que decir la verdad
siempre creí que era posible que la sociedad cambie, pero con cada piba que nos
matan se me muere un poco más la esperanza.
La encontraron muerta a Micaela y yo
ya no sé ni por dónde empezar, porque parece que siempre escribo lo mismo
cambiando el nombre de la víctima. Una piba más y van ya… ¿cuántas? Cada una
duele como una patada en el estómago. No, peor: en el útero. En el centro de la
femineidad me duelen. En el lugar que más nos violentan. En lo profundo de las
entrañas.
Me duelen Micaela, Melina, Ángeles,
Lucila, Daiana, Teresa, Agustina, Marisol, Sandra, Noelia, Lola, Araceli,
Wanda. Me duelen todas y cada una, y me duelen las que no conocemos, las que
para los medios no tienen nombre.
No hago más que preguntarme hasta
cuándo vamos a tener que seguir viendo esto. Hasta cuándo las vidas perdidas,
los futuros abortados, las familias rotas, las mujeres en pedazos. Hasta cuándo
seremos objeto de la violencia de quien nos ve como objetos y como objetos nos
trata. Hasta cuándo una piba muerta cada 18 horas porque nadie hace nada. ¿Hasta
cuándo? ¿Alguna vez tendrá un fin?
Micaela García tenía 21 y una vida
por delante. No la conocí, pero estoy segura de que tenía miles de sueños por
cumplir, proyectos de vida, metas, cosas que hacer, logros a alcanzar. Tenía
todo un futuro por vivir, pero ser mujer parece que te arrebata la decisión de
qué hacer con tu cuerpo, con tu vida, con tu misma existencia. Hoy Micaela ya
no puede decidir, ya no puede soñar.
Lo inmensamente triste es que la
muerte de Micaela se podría haber evitado. Wagner ya tenía un largo prontuario
como abusador y como violento. Tenía dos violaciones probadas y había usado
siempre un modus operandi similar, como por ejemplo deshacerse de la evidencia
en diferentes lugares y acosar a desconocidas.
En el 2010 Wagner irrumpió en la
casa de una mujer, la golpeó y la abusó. No contento con eso, cuatro meses
después decidió secuestrar a una chica en su auto y, usando un arma blanca para
amenazarla, violarla en un parque. Por estas denuncias fue procesado y
sentenciado en 2012 a nueve años de prisión. Desde ya que podemos decir que es
muy poco tiempo. Estoy completamente de acuerdo.
Pero eso no es todo. Mientras se
desarrollaba el juicio descubrieron que ese año Wagner había cometido una
tercera violación. Y acá viene lo increíble: el violador acusó a su hermano
gemelo de haber cometido el crimen (¿?) y la justicia decidió no hacer el
análisis de ADN porque salía muy caro (€130.000). Quedó impune porque impartir
justicia tenía unos costos muy altos. Claro, porque ser violada no los tiene…
Sebastián Wagner tendría que haber
cumplido condena hasta julio del 2018. Tendría, en condicional. En julio del
año pasado el juez Carlos Rossi le otorgó la reducción de pena y la libertad
por “buena conducta”, y el detenido fue liberado, desatendiendo un informe
negativo del penal donde estaba alojado donde se desaconsejaba que se aplicara
tal medida.
Tan buena conducta tenía que hace
una semana mató a Micaela. Un ejemplo de buenas costumbres y moral, ¿no?
Ironía aparte, y discúlpenme si no
puedo evitarla pero es mi manera de expresar mi bronca y mi dolor, es necesario
analizar por qué la decisión del juez Rossi está mal en todos los niveles
posibles. Si bien la reducción de pena por buena conducta es un derecho al que
pueden acceder quienes son condenados si el juez que tiene su causa a cargo lo
decide así, una mirada con más atención muestra que en este caso no debería
haber sido aplicada.
Un violador está encuadrado dentro
del conjunto de las psicopatías, trastornos antisociales de la personalidad;
como características generales pueden encontrarse las tendencias antisociales,
una muy reducida capacidad de empatía, egocentrismo patológico, juicio
deficiente e incapacidad para registrar y corregir un error, un carácter
desinhibido y la ausencia de remordimientos por sus actos (Hare, Hart y Hamper,
1991). Es necesario aclarar que son trastornos aún bajo investigación y que son
vistos de diferente manera según el paradigma, pero las características antes
citadas son compartidas por todos ellos.
En grandes rasgos, un psicópata crea
sus propios códigos de comportamiento y sólo se siente culpable si infringe
éstos, pero no los códigos sociales, puesto que no se rige por ellos (aunque
los conoce y distingue). La anestesia afectiva bajo la que viven les dificulta establecer
relaciones de afecto pero también reconocerse como culpables de delitos y
arrepentirse de ellos; es importante destacar que la ira, la cólera, la furia y
la tristeza sí las pueden sentir, pero casi siempre cuando algún deseo se les
malogra, por lo que están egocéntricamente generadas en su propio malestar y no
incluyen el ajeno.
Como todo trastorno de personalidad,
la psicopatía se caracteriza por sus rasgos inflexibles y crónicos, es decir,
no puede modificarse por experiencia ni por aprendizaje y aunque puede llegar a
disminuir luego de la cuarta década de vida, nunca desaparece por completo.
Como complemento, un psicópata no irá a tratamiento por voluntad propia, porque
no siente que esté enfermo o que necesite ayuda.
Con lo que expuse arriba podemos
empezar a analizar la situación de Sebastián Wagner. Un violador es un
psicópata, entonces sabemos que no siente culpa por sus acciones ni las
registra como delitos, que no podrá cambiar su conducta ni aprender de la experiencia,
y que en general será reincidente sin posibilidad de rehabilitación alguna.
Dentro de nuestro sistema penal se prevé un tipo de pena que no es meramente
castigo, sino que se busca reinsertar al reo en la sociedad, previo aprendizaje
de que sus acciones no deben repetirse. Sin embargo, ¿qué sucede cuando la
ciencia nos indica que es un sujeto que no puede ser rehabilitado?
Acá es donde nuestro sistema
necesita urgentemente de la revisión de sus parámetros, no solo por abogados
sino por especialistas de la psicología y la psiquiatría que puedan plasmar lo
antes explicado en una norma. Si un violador no se rehabilitará y será
reincidente, ¿puede realmente volver a la vida normal en sociedad? ¿Es
realmente confiable, o debería pasar su pena en una institución psiquiátrica
sin ser un peligro para sí mismo y para otros? Son preguntas que la ciencia
jurídica debería responder, ayudada de las disciplinas específicas que
investigan los trastornos de la mente y la conducta humanas. Sin embargo no es
un mero ejercicio académico: por este error judicial se están
cobrando
vidas inocentes. No es un debate desprovisto de urgencia ni una charla de café
entre doctores en derecho, sino una acuciante necesidad de revisión de las
normas que nos afecta a todos. Sobre todo a los colectivos más vulnerables
dentro de la sociedad.
El reclamo acá es que si Wagner
hubiese completado su condena, Micaela estaría viva. Es completamente cierto.
Pero también es cierto que si hubiese salido con la condena completa, Wagner se
hubiese cobrado otra víctima ni bien tuviese un pie en la calle, porque nunca
dejará de tener ese comportamiento. Es decir: nueve años para un delincuente
que se sabe es reincidente no es nada. Ese tipo de delitos exigen un
tratamiento diferente, con una mirada que pueda tratar al psicópata sin poner
en peligro al resto de la sociedad. Y lo digo en criollo: no se trata de que me
ponga en facha derechista y abogue por penas máximas de cárcel porque sí,
porque yo no hago eso. Se trata de un hecho, violó a cuatro mujeres y a una la
mató. No creo que sea necesario que diga más.
El Estado es responsable. El Poder
Legislativo es responsable de no emitir una mejor norma. El Ejecutivo es
responsable de no arbitrar los medios para hacer cumplir las normas como se
debe y para prevenir este tipo de actos. Y sobre todo el responsable acá es el
Poder Judicial, que parece emitir los fallos que le vengan en gana beneficiando
más al victimario que a la víctima, sólo porque el primero es varón y la
segunda es mujer.
Nuestra justicia ya demostró
incontables veces que es un aparato patriarcal y represivo con las mujeres por
el solo hecho de que nacieron con útero. Basta con mirar el caso de Belén,
recientemente absuelta pero que tuvo que pasar dos años en una cárcel por un
delito que no cometió solo por ser mujer y pobre.
El Poder Judicial nunca nos protege.
Nos chillan que denunciemos pero cuando lo hacemos no toman cartas en el asunto
a menos que haya una muerte. Y con el cadáver sobre la mesa se justifican
diciendo que era una pobre boba que no lo dejaba. Ahora sí, cuando los que
peligran son ellos se mueven en un santiamén, porque ellos sí merecen
protección y nosotras no (porque ahora la casa del juez Rossi está llena de
efectivos policiales que lo cuidan de los escraches).
Los jueces no hacen transparentes
los criterios que utilizan porque éstos no se basan en las fuentes del derecho
sino lisa y llanamente en prejuicios machistas y roles de género de la época
medieval. En lugar de hacer su tarea con la mayor objetividad posible se dejan
llevar por su ideología de machos dominantes que quieren disciplinar a estas
féminas rebeldes. Porque el cuerpo de la mujer no se ve como su propiedad sino
como un espacio de propiedad masculina que hay que disciplinar y corregir hasta
convertirlo en un objeto de sumisión y obediencia. Y la que no cumple, que se
banque los golpes, que aguante la violación, que se muera a manos del macho
alfa por habérsela buscado como la zorra que creen que era.
Exigimos que el Estado se haga
cargo. Reclamamos un cambio de las normas que benefician a los victimarios y a
nosotras nos dejan a merced de sus instintos asesinos. Exigimos que al juez
Rossi se le revoque la licencia y se lo castigue por su accionar defectuoso con
juicio político y cárcel.
Exigimos respuesta, porque por más
que gritamos que vivas nos queremos el Estado no entiende el mensaje.
Señor Carlos Alfredo
Rossi, usted también es culpable. Pague por ello.
Firmá la petición para pedir que destituyan al juez Rossi: https://www.change.org/p/congreso-de-la-naci%C3%B3n-argentina-destitucion-del-juez-chacal-carlos-alfredo-rossi-de-gualeguaychu?source_location=petitions_share_skip
Firmá la petición para pedir que destituyan al juez Rossi: https://www.change.org/p/congreso-de-la-naci%C3%B3n-argentina-destitucion-del-juez-chacal-carlos-alfredo-rossi-de-gualeguaychu?source_location=petitions_share_skip