24.12.17

El amor en tiempos de internaciones psiquiátricas

            Ah, el amor. El típico tema de libros, libretos, canciones, poemas, sonetos, conversaciones, quejas, llantos, gritos. La historia que nunca se termina de contar lo que nunca se cierra realmente, las idas y vueltas, los corazones rotos y los despechos melodramáticos. Todo eso nos convoca bastante, más si tenemos en cuenta nuestra identidad latina y nuestra sangre caliente, nuestros ánimos candomberos y nuestras raíces peninsulares del otro lado del gran charco. A mí, en este momento particular de escritura me convoca una grave acidez, pero se ve que no es el mejor momento para sentarme a escribir sobre lo que siento que no tengo (aunque lo tenga por montones y ya veremos por qué). Un Omeprazol y a seguir escribiendo, entonces, porque si no escribo sobreviene el olvido terapéutico y la verdad es que quiero registrar antes de poder olvidar.
            Aprendí un gran toco sobre el amor en Dharma y entendí muchas cosas que no parecían cerrar afuera pero desde adentro, pensadas desde el microclima de extrañamiento y encierro, parecían cobrar un sentido de cuasi epifanía. Uno de los problemas que parece tenemos para entender es que decir amor no es equivalente a Cupido y a 14 de febrero con lluvia de corazoncitos de papel. Tenemos que empezar a acordarnos que bajo el paraguas del amor caen cosas en la volteada que no son solamente amores apasionados de parejas que deshacen el mundo para verse medio microsegundo. Hay amores que sostienen la vida misma que no pasan por ahí. El amor familiar va por esos carriles, y es uno de los más olvidados en cuanto a categoría se refiere. La amistad, otro gran pilar, se olvida. Claro que es más marketinero ver una pareja chapando como si no hubiese mañana que ver dos amigas abrazándose, pero ahí tenemos otro problema y es la historia que nos quieren vender…que no es siempre la que sucede.
            Aprendí cosas como que uno nunca ama de la misma manera dos veces, que parece bastante obvio pero si te lo parás a pensar no lo es tanto y no es ninguna perogrullada. Seguro nos pasa más seguido de lo que pensamos y el problema es, en parte, esto que ya señalé: que nos olvidamos que bajo el paraguas del amor hay amores que no son de pareja y que son amor igual. Y con más huevos.
            No querés nunca a dos personas de la misma forma porque el amor se adapta a su destinatario y adopta dinámicas que le pertenecen por entero. Por ejemplo, no quiero a mis amigas de la misma forma, ni todas mis relaciones de amistad tienen las mismas formas vinculares. El amor, cual sustancia amorfa, va adoptando la forma de quien lo recibe y le copia algunas características: la fuerza, la intensidad, la ansiedad, la virulencia, la flaqueza, la inconsistencia, la fidelidad o no, la voluntad o no, lo posesivo del otro, lo infantil, lo inmaduro, lo que sea.
[…]
            En mi lista de problemas particulares tengo uno bastante complejo, y es que se me da por endiosar a la gente que está conmigo, elevarla en pedestales de mármol y hacerles monumentos por la nada misma. Como si tuviese que agradecer la más mínima atención hacia mi persona. Como si no la mereciera y estuviesen haciendo caridad con una mendiga de lo romántico. Meh.
            Endiosar a la gente que tenés al lado genera varios otros problemas subyacentes empezando por el más obvio, que es generar una desigualdad dentro de una pareja que debería andar más o menos por el mismo nivel para poder entenderse. Crear una distancia simbólica genera distancias que parecen jerárquicas y diferencias que a la larga hieren el vínculo y arman dinámicas de funcionamiento muy poco sanas. Porque a la larga, si a Juancito le decís todo el tiempo que es un dios…Juancito se la va a creer. Y va a querer actuar como tal.
[…]
            Lo que más dolió aprender fue una de las lecciones que más me llevo porque es muy importante, pero descorazonadora hasta el fondo del alma: el amor no lo puede todo, el amor no alcanza.
            Nos vendieron siempre el cuento de hadas que nos decía que el amor puede llevarse puesto cualquier obstáculo que se encuentre por delante y sobrellevarlo exitoso, que no hay nada que no se pueda hacer si hay amor, que lo único que se necesita es el amor. Y no siempre es así. En mi vida no tengo un Dumbledore que defienda la fuerza del amor porque yo misma me puse en ese lugar ciego de querer defender a toda costa las batallas más perdidas de la historia.
            A veces el amor no te alcanza, viejo. A veces la persona está cansada y te ama pero ya no quiere, ya no puede, ya no hace. A veces la persona te ama pero entiende que ya no más. A veces ama a dos personas y vos no la vas con eso. A veces la vida misma te la juega negra y te encontrás sola porque pintó que el destino te juegue una mala pasada (otra lección: las cosas, a veces, simplemente suceden y ya. Las grandes explicaciones guardatelas, porque nadie te las da).
            El amor es lo más imperfecto que hay porque es la mímesis de la imperfección de las personas que lo reciben y lo dan. Si el ser humano es imperfecto entonces su amor es imperfecto a la enésima potencia. Y será hermoso pero duele como el carajo justamente porque es imperfecto y no puede siempre.
            Cuando nos despedimos ese día que fue desgarrador, Sergio también lloraba como un condenado. No era yo sola. A él también se le estaba rompiendo el corazón un poquito, yo lo veía, lo conozco, lo sé. Será buen actor pero no a ese punto, chicos. Lo que no entendía es que él me amaba pero ya no iba a seguir intentándolo, porque para mi sistema de conceptos del momento eso no tenía sentido. Me cuesta empezar a asumir que lo tenga hoy por hoy, pero al menos lo pongo en duda.
            Quiero creer que cuando me dijo que no me iba a olvidar nunca, lo decía en serio. Quiero creer que en el fondo aún me tiene un poco de cariño. Quisiera creer que las cosas son más fáciles pero las cosas no son fáciles nunca y hay que apechugar un montón. Quisiera creer que no soy tan reemplazable y que alguien, algún día, me va a mirar con la fascinación con que se mira un amanecer en la playa, embelesado, con la boca abierta. Quisiera menos sapos y, si no príncipes azules, sí gente con huevos que se la juegue hasta la última gota de sangre.
            ¿Qué se necesita para que el amor pueda? Uf, muchas cosas. En general son cosas que la gente cree que vienen dentro del paquete del amor y yo lo creía así, pero me vengo a enterar a estas alturas que se venden por separado y que si no están, el maldito juguete no camina. Una situación de lujo.
            Se necesitan paciencia, fidelidad, voluntad, estabilidad emocional, inteligencia emocional (no, no son lo mismo), convicción, disponibilidad. Se necesitan tiempo, una fe del carajo y unos huevos del carajo también. Se necesitan ternura, protección y una noción del cuidado del corazón ajeno que no todos tienen. Se necesita lealtad, fidelidad, ganas de pelearla espalda con espalda con la otra persona. Y valor, muchísimo valor.
            Y cuando la cosa pinta negra y todo eso no está, ahí vienen los otros amores que te sostienen. Porque yo estaba ciega pero amor tengo y tengo un montón. Amigas, amigos, maestros, familia, gente de fierro que la pasó horrible mientras tenían el culo en las manos por mi culpa y hoy están de mi lado.
            Hoy estoy en proceso de conocer a la persona más importante en mi vida, que soy yo misma, y todo lo demás que espere un poquito. Yo y yo tenemos que conocernos y querernos antes de dejar pasar a terceros a nuestro nidito de amor. No voy a negociar eso esta vez.
            Pero aún así sé que al próximo sapo de ojitos color miel que se me cruce adelante le voy a sonreír con una sonrisa enorme y boba y mi corazón se va a preparar para presentar batalla como un caballero medieval, con espada, armadura y escudo. A pesar de que la última vez casi me lo tienen que trasplantar porque no daba más de cansado, dolido, y olvidado (no me vengan con que el reemplazo no mata si es peor que la humedad).
            Oh sí sapo número tres (la tercera es la vencida, ponele): te estoy esperando. Te voy a presentar batalla porque estoy lista para la siguiente gran aventura, aunque sea con paciencia. A velocidad tortuga estoy lista, lenta pero segura. Cuando llegues, cuando aparezcas, te voy a estar esperando.

            Y pelearé contra todo hasta que encuentre mi persona que me mire como a un amanecer en la playa, que se fascine, que me acompañe, que no me olvide. Así hasta que llegue un amor que duela menos y fluya más, que sane las cicatrices, que ilumine algunos abismos. Y mientras tanto, mi amor por mí misma y por lo que amo hacer me mantendrá a flote y peleando. Porque ante todo se presenta batalla, ante todo se pelea, ante todo se sigue, se respira y se vive.

9.4.17

La impunidad de lo evitable.

            Si les tengo que decir la verdad, ya no quiero escribir esto. Ya no quiero, no más.
            Se me van las ganas de creer en poder propiciar un cambio cada vez que escucho cosas así. Cada vez que tengo que abrir un Word para escribir estas cosas se me va un poquito más la fe en la humanidad.
            Si les tengo que decir la verdad siempre creí que era posible que la sociedad cambie, pero con cada piba que nos matan se me muere un poco más la esperanza.

            La encontraron muerta a Micaela y yo ya no sé ni por dónde empezar, porque parece que siempre escribo lo mismo cambiando el nombre de la víctima. Una piba más y van ya… ¿cuántas? Cada una duele como una patada en el estómago. No, peor: en el útero. En el centro de la femineidad me duelen. En el lugar que más nos violentan. En lo profundo de las entrañas.
            Me duelen Micaela, Melina, Ángeles, Lucila, Daiana, Teresa, Agustina, Marisol, Sandra, Noelia, Lola, Araceli, Wanda. Me duelen todas y cada una, y me duelen las que no conocemos, las que para los medios no tienen nombre.
            No hago más que preguntarme hasta cuándo vamos a tener que seguir viendo esto. Hasta cuándo las vidas perdidas, los futuros abortados, las familias rotas, las mujeres en pedazos. Hasta cuándo seremos objeto de la violencia de quien nos ve como objetos y como objetos nos trata. Hasta cuándo una piba muerta cada 18 horas porque nadie hace nada. ¿Hasta cuándo? ¿Alguna vez tendrá un fin?

            Micaela García tenía 21 y una vida por delante. No la conocí, pero estoy segura de que tenía miles de sueños por cumplir, proyectos de vida, metas, cosas que hacer, logros a alcanzar. Tenía todo un futuro por vivir, pero ser mujer parece que te arrebata la decisión de qué hacer con tu cuerpo, con tu vida, con tu misma existencia. Hoy Micaela ya no puede decidir, ya no puede soñar.
           
            Sebastián Wagner admitió que la mató como quien admite haber evadido un impuesto o haberse pasado un semáforo en rojo, como si lo que hizo fuese una infracción menor. Confesó el crimen y dijo dónde la tiró como basura, al costado de una ruta.  Lo detuvieron porque su propia madre le dio el dato a la Policía de que estaba escondido como una rata en la ciudad de Moreno, bastante lejos de Gualeguay. Quiero creer que eso significa que no lo defiende, que no lo justifica. Quiero creer pero ya no puedo, me faltan las certezas.
            Lo inmensamente triste es que la muerte de Micaela se podría haber evitado. Wagner ya tenía un largo prontuario como abusador y como violento. Tenía dos violaciones probadas y había usado siempre un modus operandi similar, como por ejemplo deshacerse de la evidencia en diferentes lugares y acosar a desconocidas.
            En el 2010 Wagner irrumpió en la casa de una mujer, la golpeó y la abusó. No contento con eso, cuatro meses después decidió secuestrar a una chica en su auto y, usando un arma blanca para amenazarla, violarla en un parque. Por estas denuncias fue procesado y sentenciado en 2012 a nueve años de prisión. Desde ya que podemos decir que es muy poco tiempo. Estoy completamente de acuerdo.
            Pero eso no es todo. Mientras se desarrollaba el juicio descubrieron que ese año Wagner había cometido una tercera violación. Y acá viene lo increíble: el violador acusó a su hermano gemelo de haber cometido el crimen (¿?) y la justicia decidió no hacer el análisis de ADN porque salía muy caro (€130.000). Quedó impune porque impartir justicia tenía unos costos muy altos. Claro, porque ser violada no los tiene…
            Sebastián Wagner tendría que haber cumplido condena hasta julio del 2018. Tendría, en condicional. En julio del año pasado el juez Carlos Rossi le otorgó la reducción de pena y la libertad por “buena conducta”, y el detenido fue liberado, desatendiendo un informe negativo del penal donde estaba alojado donde se desaconsejaba que se aplicara tal medida.
            Tan buena conducta tenía que hace una semana mató a Micaela. Un ejemplo de buenas costumbres y moral, ¿no?
            Ironía aparte, y discúlpenme si no puedo evitarla pero es mi manera de expresar mi bronca y mi dolor, es necesario analizar por qué la decisión del juez Rossi está mal en todos los niveles posibles. Si bien la reducción de pena por buena conducta es un derecho al que pueden acceder quienes son condenados si el juez que tiene su causa a cargo lo decide así, una mirada con más atención muestra que en este caso no debería haber sido aplicada.
            Un violador está encuadrado dentro del conjunto de las psicopatías, trastornos antisociales de la personalidad; como características generales pueden encontrarse las tendencias antisociales, una muy reducida capacidad de empatía, egocentrismo patológico, juicio deficiente e incapacidad para registrar y corregir un error, un carácter desinhibido y la ausencia de remordimientos por sus actos (Hare, Hart y Hamper, 1991). Es necesario aclarar que son trastornos aún bajo investigación y que son vistos de diferente manera según el paradigma, pero las características antes citadas son compartidas por todos ellos.
            En grandes rasgos, un psicópata crea sus propios códigos de comportamiento y sólo se siente culpable si infringe éstos, pero no los códigos sociales, puesto que no se rige por ellos (aunque los conoce y distingue). La anestesia afectiva bajo la que viven les dificulta establecer relaciones de afecto pero también reconocerse como culpables de delitos y arrepentirse de ellos; es importante destacar que la ira, la cólera, la furia y la tristeza sí las pueden sentir, pero casi siempre cuando algún deseo se les malogra, por lo que están egocéntricamente generadas en su propio malestar y no incluyen el ajeno.
            Como todo trastorno de personalidad, la psicopatía se caracteriza por sus rasgos inflexibles y crónicos, es decir, no puede modificarse por experiencia ni por aprendizaje y aunque puede llegar a disminuir luego de la cuarta década de vida, nunca desaparece por completo. Como complemento, un psicópata no irá a tratamiento por voluntad propia, porque no siente que esté enfermo o que necesite ayuda.
            Con lo que expuse arriba podemos empezar a analizar la situación de Sebastián Wagner. Un violador es un psicópata, entonces sabemos que no siente culpa por sus acciones ni las registra como delitos, que no podrá cambiar su conducta ni aprender de la experiencia, y que en general será reincidente sin posibilidad de rehabilitación alguna. Dentro de nuestro sistema penal se prevé un tipo de pena que no es meramente castigo, sino que se busca reinsertar al reo en la sociedad, previo aprendizaje de que sus acciones no deben repetirse. Sin embargo, ¿qué sucede cuando la ciencia nos indica que es un sujeto que no puede ser rehabilitado?
            Acá es donde nuestro sistema necesita urgentemente de la revisión de sus parámetros, no solo por abogados sino por especialistas de la psicología y la psiquiatría que puedan plasmar lo antes explicado en una norma. Si un violador no se rehabilitará y será reincidente, ¿puede realmente volver a la vida normal en sociedad? ¿Es realmente confiable, o debería pasar su pena en una institución psiquiátrica sin ser un peligro para sí mismo y para otros? Son preguntas que la ciencia jurídica debería responder, ayudada de las disciplinas específicas que investigan los trastornos de la mente y la conducta humanas. Sin embargo no es un mero ejercicio académico: por este error judicial se están
cobrando vidas inocentes. No es un debate desprovisto de urgencia ni una charla de café entre doctores en derecho, sino una acuciante necesidad de revisión de las normas que nos afecta a todos. Sobre todo a los colectivos más vulnerables dentro de la sociedad.
            El reclamo acá es que si Wagner hubiese completado su condena, Micaela estaría viva. Es completamente cierto. Pero también es cierto que si hubiese salido con la condena completa, Wagner se hubiese cobrado otra víctima ni bien tuviese un pie en la calle, porque nunca dejará de tener ese comportamiento. Es decir: nueve años para un delincuente que se sabe es reincidente no es nada. Ese tipo de delitos exigen un tratamiento diferente, con una mirada que pueda tratar al psicópata sin poner en peligro al resto de la sociedad. Y lo digo en criollo: no se trata de que me ponga en facha derechista y abogue por penas máximas de cárcel porque sí, porque yo no hago eso. Se trata de un hecho, violó a cuatro mujeres y a una la mató. No creo que sea necesario que diga más.
            El Estado es responsable. El Poder Legislativo es responsable de no emitir una mejor norma. El Ejecutivo es responsable de no arbitrar los medios para hacer cumplir las normas como se debe y para prevenir este tipo de actos. Y sobre todo el responsable acá es el Poder Judicial, que parece emitir los fallos que le vengan en gana beneficiando más al victimario que a la víctima, sólo porque el primero es varón y la segunda es mujer.
            Nuestra justicia ya demostró incontables veces que es un aparato patriarcal y represivo con las mujeres por el solo hecho de que nacieron con útero. Basta con mirar el caso de Belén, recientemente absuelta pero que tuvo que pasar dos años en una cárcel por un delito que no cometió solo por ser mujer y pobre.
            El Poder Judicial nunca nos protege. Nos chillan que denunciemos pero cuando lo hacemos no toman cartas en el asunto a menos que haya una muerte. Y con el cadáver sobre la mesa se justifican diciendo que era una pobre boba que no lo dejaba. Ahora sí, cuando los que peligran son ellos se mueven en un santiamén, porque ellos sí merecen protección y nosotras no (porque ahora la casa del juez Rossi está llena de efectivos policiales que lo cuidan de los escraches).
            Los jueces no hacen transparentes los criterios que utilizan porque éstos no se basan en las fuentes del derecho sino lisa y llanamente en prejuicios machistas y roles de género de la época medieval. En lugar de hacer su tarea con la mayor objetividad posible se dejan llevar por su ideología de machos dominantes que quieren disciplinar a estas féminas rebeldes. Porque el cuerpo de la mujer no se ve como su propiedad sino como un espacio de propiedad masculina que hay que disciplinar y corregir hasta convertirlo en un objeto de sumisión y obediencia. Y la que no cumple, que se banque los golpes, que aguante la violación, que se muera a manos del macho alfa por habérsela buscado como la zorra que creen que era.
            Exigimos que el Estado se haga cargo. Reclamamos un cambio de las normas que benefician a los victimarios y a nosotras nos dejan a merced de sus instintos asesinos. Exigimos que al juez Rossi se le revoque la licencia y se lo castigue por su accionar defectuoso con juicio político y cárcel.
            Exigimos respuesta, porque por más que gritamos que vivas nos queremos el Estado no entiende el mensaje.

                        Señor Carlos Alfredo Rossi, usted también es culpable. Pague por ello.

Firmá la petición para pedir que destituyan al juez Rossi: https://www.change.org/p/congreso-de-la-naci%C3%B3n-argentina-destitucion-del-juez-chacal-carlos-alfredo-rossi-de-gualeguaychu?source_location=petitions_share_skip

4.4.17

Solo los educados son libres.

            4 de abril de 2017. Un día como hoy hace diez años asesinaban a Carlos Fuentealba durante una manifestación en la provincia de Neuquén. El maestro, militante y activista sindical estaba cortando la ruta junto a sus compañeros cuando  José Daniel Poblete, policía provincial, arrojó una granada de gas lacrimógeno hacia el auto en que se retiraba con sus compañeros. El proyectil impactó en la nuca de Fuentealba, que falleció a causa de la herida al día siguiente. La represión a la protesta había sido ordenada por el entonces gobernador de la provincia Jorge Sobisch. A la fecha, ambos perpetradores, intelectual y material, se encuentran libres.
            Más allá de que se cumpla una década de este lamentable hecho y de que me parece clave que podamos recordarlo, voy a usarlo como disparador de un análisis un poco más macro sobre la situación que estamos viviendo en torno a la educación pública y la figura docente en nuestro país. Análisis que creo necesario profundizar para sacar del encuadre binario y sesgado en que se viene dando.
            Llevamos ya un mes de conflicto, de incesante tira y afloje y de paros repetidos y protestas a lo largo y ancho de la Argentina. El acuerdo salarial parece una utopía mientras los gobernantes se empecinan en no subir la oferta salarial más allá de un mísero 18% y deciden, por otras vías, intimidar a los docentes que paran y felicitar a aquellos que no lo hacen. Debates mediáticos y cabezatermísticos aparte, lo cierto es que los docentes cobran una miseria que no sube de los $12.500…si hablamos de alguien que tiene suerte.
            Desguacemos. El básico de un docente asciende a unos cínicos $4240.50. Existen algunos extras que se suman a este básico: antigüedad, bonificaciones, plus de profesional, etc. Esta es la parte del sueldo sobre la cual se calculan los aportes  jubilatorios y demás cargas sociales, es decir, es la parte que importa porque define el monto proporcional que se destina a estas cajas. Por fuera de las cargas remunerativas existen montos que se cobran en negro y que no implican ningún cambio más allá de unos pesos más en el bolsillo cada mes. A cambio, implican reducir el importe jubilatorio futuro y la calidad de la salud que pueden llegar a recibir los docentes con su obra social.
            Por eso elevar el básico es un reclamo fundamental y necesario del movimiento docente. Al elevar el básico no sólo se intenta ganarle a la inflación y recuperar el poder adquisitivo de un salario que, recordemos, tiene valor alimenticio como cualquier salario de trabajador puesto que apunta a sostener a la familia: la suba del básico a un mínimo que tienen el resto de los rubros, y que traspasa los $8000 tiene como finalidad asegurar una mejor calidad de vida presente y futura. Y además retribuir el justo trabajo. Ah, ¿que eso al señor Macri no le interesa? ¿Que qué importa si no pueden vivir con eso y si están cobrando menos que muchos trabajadores de la economía formal? ¿Que le importa más arreglar con el fútbol y ser lacayo de los fondos buitres? Gracias por el dato.
            Amén de esto hay otros reclamos válidos y no publicitados por los medios, que solo quieren decir que los docentes son una manga de vagos ambiciosos que quieren que les aumenten el sueldo por laburar “sólo” cuatro horas. Error. Trabajan más que eso (correcciones, preparación de clases, exámenes y trabajos prácticos, preparación de actos, reuniones en horario extracurricular, contención al alumno, funciones de madre/padre/tutor/profesional de la salud mental, etc.) y además, fundamentalmente, ¿quién puede sostener una familia con un aporte tan magro como $12.500? Si alguien de la audiencia puede le otorgo el Premio Especial de Economía Doméstica, porque realmente no me parece posible en un contexto de inflación y pérdida del salario real, es decir, del poder adquisitivo. Pero volviendo, hay otros reclamos más que justos: mejores condiciones edilicias para escuelas públicas, mejoras en las currículas, planes de educación integral dignos del SXXI y sus posibilidades tecnológicas, mejores protocolos de acción ante crisis, reforma de la modalidad de evaluación, entre otras consignas ignoradas por tu medio hegemónico de confianza.
            Hasta acá lo que se pide. Conciso, simple, creo que estar en desacuerdo con estas consignas significa ser irremediablemente un loco o un cínico. No es nada del otro mundo y sin embargo cuánta basura ha circulado sobre el tema…
Foto: Infobae.
            El verdadero berenjenal pantanoso empieza cuando queremos analizar las medidas concretas de lucha adoptadas por los docentes y sus sindicatos, y las respuestas que ha tenido el gobierno en consecuencia. La información que circula suele ser tendenciosa -oh qué novedad- y con intenciones bastante explícitas de demonizar una protesta social y obrera legítima. Y seamos sinceros, que a la CGT no se le plantan así los medios y el gobierno menos: les tienen miedo. A los docentes no.
            Un gran problema es el análisis superficial de las cuestiones en juego. No he escuchado medios que se dediquen a analizar el salario como lo hice yo arriba. Vamos chicos, me llevó quince minutos y soy una estudiante que escribe estas columnas porque ama lo que hace, sin remuneración. Estoy segura de que si TN, C5N, Telefé y los demás quisieran podrían tranquilamente disponer del tiempo para ello. Si no lo hacen, es por algo. Tampoco citan las demás consignas que se salen del salario, y tampoco es complejo. Menos de un párrafo. Marchen de vuelta a primer año de Periodismo y dejen su lugar a alguien más calificado y con más ética.
            Hay, por otra parte pero creo que gracias a esto, una demonización de la protesta salarial específicamente docente que se recrudece y llega a niveles de saña que no he visto con los demás gremios. Nadie se queja así cuando paran los bancarios y no pueden hacer trámites o sacar dinero del cajero, o cuando paran los transportes y no pueden ir a trabajar (no se quejan con ese nivel de odio), o cuando paran los recolectores de kiwis y les queda incompleta la ensalada de frutas. No. La saña es específicamente dirigida al cuerpo docente.
                        ¿Acaso les molesta que un docente cobre lo que se merece no sólo por ley sino por su trabajo real? ¿Cuál es el problema, si cuando Moyano dice que para no se mueve ni una mosca? Ah, ya sé: que tienen que aguantarse a los niños en la casa y no saben qué hacer. Comprendo que pueda ser un problema, especialmente para quienes trabajan doble jornada, pero si los padres apoyaran la causa de sus hermanos trabajadores docentes en lugar de demonizarla quizás se solucionaría más rápido y todos contentos. Y si tanto les importa la educación de sus niños, reclamen políticas integrales al gobierno, ya que estamos. Que la educación no es solo la ausencia de paro y los niños en las aulas.
            Pero también se cometen errores de concepto cuando se analizan las actitudes. A ver si nos entendemos. Ni Baradel es la escuela pública ni Macri por sí solo es el gobierno. No tomen la parte por el todo. Lo que deberíamos discutir en cada caso es la actuación de los SINDICATOS y las políticas efectivas de los diferentes ACTORES GUBERNAMENTALES. En mayúsculas para destacar su carácter de colectivo complejo. Personalizar el debate en representantes sólo lo sesga y lo espectaculariza, dejando de lado las cuestiones de fondo y desvalorizando el debate en sí.
            En cuanto a la queja de por qué no dejan de parar y hacen una medida de fuerza con los niños en las aulas, se las dejo simple: porque por más que marchen, si el gobierno ve que las clases se reanudan y funcionan, el reclamo deja de ser un incordio y pueden ignorarlo tranquilamente. Parece que lo único que funciona realmente es ponerse áspero, porque el supuesto diálogo que quieren entablar se convierte en chiste cuando les ofrecen la miseria que les ofrecen.
            Un cierto colectivo solamente está enojado porque sus hijos no arrancan las clases. A ellos los entiendo, si bien no comprendo la saña con que evitan que un trabajador reclame por su sueldo merecido. El peligro es que otra parte del colectivo está vehiculizando un mensaje mucho más siniestro tras la demonización de la lucha docente: un cuestionamiento directo al corazón de la educación pública, a su existencia como institución y como cumplidora de un derecho humano. Y eso sí que me asusta.
            ¿Les molesta pagar impuestos para que gente sin recursos o que sencillamente elige la educación pública pueda estudiar? Lo lamento, pero así funciona la sociedad democrática, ya que tanto la defienden: todos aportamos para que todos tengamos la posibilidad de aprovechar. Porque todos la posibilidad de elegir la pública la tienen. Después si quieren ir a una privada por voluntad propia es harina de otro costal, pero la puerta de la educación gratuita estatal nunca se cierra.
            Creo que la cuestión no es si fuiste o no fuiste, si la viviste o no. La cuestión es que no necesitás haber estudiado en la escuela pública para reconocer su importancia clave dentro de nuestra sociedad y para emprender su defensa como mecanismo cumplidor del derecho a la educación. Porque no necesitás haber ido a la pública para reconocer que aunque la gente no pueda pagarse una educación privada, eso no significa que no tengan derecho a una educación de calidad.
            Si estás en contra de esto, creo que ni mil páginas de argumentación podrían cambiar tu opinión. Pero terminá de leer la nota y cerrá el blog sabiendo que tu opinión discriminadora y exclusiva le puede costar el futuro a muchos pibes que hoy no tienen ni diez años.
            Para finalizar, tomen el testimonio de esta orgullosa alumna de una de las universidades más prestigiosas de América Latina (y del mundo, me atrevería a decir). Por más que a muchos les pegue en las ganas de excluir, o en sus escasas ganas de pagar impuestos, las instituciones públicas tienen el potencial y la virtud para llegar a todos aquellos que no pueden pagar una institución privada, pero también a aquellos que pudiendo hacerlo se inclinan a obtener la mejor educación que existe en el país. Yo soy una de ellas. Podría trabajar y pagarme una universidad privada, sí. Podría haber quizás haberle pedido ayuda a mis padres para pagar la cuota. Pero no quise.
            Yo no caí, señor Presidente, en la Universidad de Buenos Aires, yo me tiré de cabeza y muy segura de lo que estaba haciendo. Y déjeme decirle que no tengo más que amor para la UBA, y no me arrepiento de mi decisión ni un ápice. No solo me enseñaron a escribir noticias, o el pensamiento de la Escuela de Frankfurt. Me enseñaron que hay otras realidades, y a pensar con sentido crítico. ¿Le parece poco, señor Macri? Pues a mí no.
            Si en lugar de decir ridiculeces acerca de la educación pública se dedicase usted a mejorarla con políticas de estado coherentes y profundas, no estaríamos teniendo este problema. Pero como no lo hace, siento que está en mi deber de ciudadana opositora el decírselo. Y en mi deber de orgullosa estudiante universitaria de la UBA de gritarle las verdades en la cara aunque usted no me lea. Déjeme usarlo como recurso retórico, señor Presidente. Eso me lo enseñaron en la UBA también.
            Permítame recordarle que usted no es más un ciudadano de a pie, un empresario del sector privado que puede decir lo que se le viene en gana sin que importe. Por decisión de mucha gente, entre la que no me incluyo pero respeto los mecanismos democráticos, es usted ahora el líder del Estado. Como tal, no puede ponerse en caprichoso o en egoísta y no pagarle a los docentes porque la educación pública no le interesa. Esa será su opinión puertas adentro, pero no puede ser una política de Estado; sería una política resultante en la exclusión de miles de personas y eso no puede pasar si queremos progresar como país. Usted como líder del Estado tiene la OBLIGACIÓN de cerrar un trato digno con los docentes y pagarles lo que la ley estipula. Porque le guste o no, todos tienen derecho a recibir una retribución justa por su trabajo. Mal que le pese, está en la Constitución Nacional. Es tarea de usted y de su equipo en todo el país obedecerla.
            Es usted ahora nuestro presidente, señor Macri. Háganos un favor: compórtese como tal.

10.3.17

Las cosas como son: a dos días del 8M.

Jueves 9 de marzo, 17:25 hs. Entrada del subte A-Estación Congreso rumbo a San Pedrito.
Hombre random: Parece que andan ángeles por acá…
Yo: *mala cara ante el evidente acoso e invasión de mi espacio personal*
HR: Bueno, ángeles con cara de culo…
Yo: Parece que hay gente que no entendió la marcha de ayer, también.
HR: Ah bueno, se sintió tocada, mirala *risas con sus amigotes*
                                                                                                   
            Las cosas por su nombre, eso es acoso callejero. ¿Y qué si me sentí tocada? ¿Y qué si se lo estaba diciendo a otra? ¿Y qué si le respondí? Hacer eso es acoso y el acoso está mal: es, de hecho, un delito recientemente reconocido.  Sentí violentado mi espacio (además me miró cuando dijo la primer frase, y se puso demasiado cerca de mí), mi paz y mi tranquilidad por una persona que evidentemente no entendió nada.
            Las cosas por su nombre: eso es acoso callejero. Y el acoso está mal.

            Las cosas por su nombre: la verdad es que hay gente que parece que vive adentro de un termo. Gente que no se esfuerza por comprender las cosas más allá de lo que ven en una tele, mediadas por enunciadores que inevitablemente tienen intereses. Me considero una mujer abierta, pero se vuelve imposible debatir con personas que quieren negar cualquier cosa que contradiga su versión mediática de la realidad. Que se niegan a escuchar a los verdaderos protagonistas de los hechos porque “la tele dijo otra cosa”, “no sé, en el noticiero no salió”, y “bueno, por algo será que en el diario dicen eso”. Que basándose en una pésima definición de la libertad de expresión dicen barbaridades y después pretenden que no se los haga responsables. Gente que, como el señor random que decidió invadir mi espacio en el subte y reírse por mi reacción, no entendió nada.

            Vengo a testimoniar las cosas por su nombre, desde mi punto de vista: lo que yo viví en la marcha del 8M y mi opinión de los incidentes que pasaron en la Catedral. Mi opinión como feminista, que es lo que creo que soy, como mujer muchas veces violentada por este machismo recalcitrante que tenemos que soportar, y como testigo presencial de la marcha.
            Marché con columnas de todos los colores políticos, de conformaciones variadas, de organizaciones, sindicatos, facultades, murgas y gente autoconvocada. Entre todas ellas me sentí cómoda y tranquila, saqué fotos a mi antojo (que adjunto en un link al fondo del artículo), y me desenvolví en un ambiente muy buena onda y tranquilo. Había mujeres con cochecitos de bebé, niños pequeños, adolescentes, e incluso señoras mayores que me hicieron emocionar con su conciencia feminista y su historia a cuestas. Había hombres, y nadie les prohibía estar, siempre y cuando no quisieran llevar la voz cantante porque era un día para nuestra voz.
            La plaza estaba llena. Hubo un momento en el que había columnas de gente desde Congreso hasta Plaza de Mayo sin interrupciones, todo en armonía y sin incidentes. Pasado el acto general, la lectura del documento y el momento en que todas gritamos juntas, empecé lentamente a volver. Aún había gente entrando a la plaza, columnas hasta la calle Salta, grupos de artistas y performers, y manifestantes que llegaban. Todavía en armonía. La sensación general fue en todo momento de unidad y de fuerza, de profunda conexión a pesar de las diferentes individualidades que podían encontrarse.
            No llegué a ver los incidentes, pero me parece importante contar un lado de la historia tapado por el tratamiento limitado, vergonzoso y tendencioso que hicieron los medios. Porque si vamos a creerle a Intratables, que le da cámara a un neonazi pero no a las víctimas de violencia institucional y provocación de grupos radicales genocidas, estamos más que al horno.
            El individuo Ignacio Montagut es miembro del partido Bandera Vecinal, el partido nazi más sonado de nuestro país, liderado por el nefasto Alejandro Biondini, un reconocido neonazi. Quizás recuerden a Biondini porque fue partícipe de incidentes en el 30° Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata en el año 2015, cuando decidió que estaba bien faltarle el respeto a la causa de las manifestantes con su ideología racista y discriminadora.
            Pero volviendo a Montagut, que además cuenta con amiguitos tan lindos como Franco Ponce (denunciado por emborrachar y abusar de una menor de 15 años), fue conocido porque organizó el “chotazo” en oposición al Tetazo de hace semanas, y porque es quien difundió la imagen, dirección, teléfono y demás datos personales de la chica que había pintado un patrullero con témpera lavable. No contento con eso, la amenazó de muerte y violación. 
[Me pasaron el dato de que esta persona se identificaría como “Asesor de Comunicaciones” para Patricia Bullrich en su perfil de LinkedIn, que no pude chequear de manera contundente. Si esto es así, sería muy bueno que los funcionarios de nuestro gobierno revisen por qué están interesados en contar con gente de este tenor en sus filas cuando hay jóvenes muy capacitados que no tienen ideas genocidas ni se dedican a buscar roña en marchas pacíficas]
            Luego de las 21, aproximadamente, cuando la mayor cantidad de gente se había retirado de la Plaza de Mayo y la marcha estaba casi desconcentrada, este individuo se apersonó con una bandera papal a provocar a las manifestantes y chicanearlas con evidente mala intención. Acto seguido se generaron incidentes y cuando apareció la policía, arrojaron gas pimienta sobre las manifestantes, las golpearon, y se las llevaron detenidas con toda brutalidad. A él, al macho provocador, al impune neonazi, no le preguntaron ni su nombre. Y encima hay que aguantar que le den cámara para decir que es un pobre individuo que fue a bancar la causa de las mujeres (sí, dijo eso en Intratables, lo escuché yo misma).
            Para quien no parezca quedar en evidencia la relación o todavía piense que no es una acción maligna, paso a explicar con un poco más de detalle. Y como lo que voy a decir ahora está documentado, todo quien quiera aprender más sobre el tema puede googlearlo a su antojo.
            Ah y antes que lo digan: no, no está bien que lo golpeen, no está bien la violencia, no están bien las pintadas. Pero: A, puedo entender la bronca de las feministas contra un tipo de este calibre que buscaba pelea; B, ¿realmente les sigue doliendo más una pared que una mina muerta? Revisen sus prioridades y después charlamos.
            La Iglesia Católica se ha dedicado, a lo largo de su historia y con bastante crueldad, a menospreciar a las mujeres y a perseguirnos por todos los frentes posibles, y si solo me refiero a esta institución es porque es la que más influyó en Occidente y sobre todo en América Latina. Nos declararon brujas y nos quemaron; nos enclaustraron; nos mutilaron; nos impidieron decidir sobre nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestras profesiones; nos impidieron el acceso al saber y a las posiciones de poder y luego se burlaron por nuestras pocas contribuciones a la ciencia y la sociedad; nos trataron de asistentes del Diablo, prostitutas de todos los demonios y demás títulos cargados de malicia; metieron sus crucifijos en nuestros sistemas reproductivos y no dejaron que la decisión sea nuestra; nos obligaron a parir con dolor porque su mito creacional así lo sostenía; nos aleccionaron a ser sumisas y obedientes, virtuosas y delicadas, condenando lo que salía de ese estereotipo; nos violaron en cuerpo, mente, y alma. En sí, nos trataron como seres inferiores, indignas de respeto, despojadas de humanidad. Menos que animales.
            Dicho esto vemos entonces que la Iglesia Católica no es una institución muy querida para las feministas, con razones de sobra. Si todos entienden que el colectivo Black Lives Matter se enoje al ver banderas de la Confederación Estadounidense que representa la esclavitud y el racismo, o que los sobrevivientes del Holocausto se enfurezcan si aparece alguien con una esvástica en su manifestación, ¿qué es lo difícil de entender acá? El pibe se paró con una bandera a defender a la institución que por siglos nos oprimió, ¿y no tenemos derecho a enojarnos? ¿Cómo pretenden que reaccionemos con dulzura frente a alguien que le falta el respeto a nuestra mera existencia? ¿QUÉ ES LO QUE NO ESTÁN VIENDO?
            Es el machismo en su máxima expresión: sos mujer, tenés que reaccionar bien aunque te falten el respeto porque tenés que ser sumisa y no tenés derecho a hablar. Es peor una pared pintada que tu sangre en el piso. Es peor que le rompan la bandera al militante neonazi que el hecho de que 20 compañeras sufran violencia institucional. Es peor que la catedral sufra destrozos (que NO sufrió porque estaba vallada) que el hecho de que la policía haya golpeado, maltratado, y encarcelado a toda mujer que andaba por ahí, SIN causa probable. Sos mujer, callate. Sos mujer, tu vida no vale. Sos mujer, seguí sonriendo aunque te hayan bajado toda la dentadura de una patada.
            Las cosas por su nombre: eso es violencia institucional. Pueden leer los testimonios que andan circulando por Facebook, lamentablemente no puedo consignarlos todos porque no me leería nadie y la idea es que sí. El Observatorio de la Violencia Institucional ya está trabajando al respecto y esto no va a quedar acá.
           
            Para terminar con este texto cargado de furia y dolor, los quiero invitar a reflexionar sobre algo. Nos llaman feminazis, cuando nuestro colectivo pretende equidad, igualdad de derechos, una sociedad más justa y armónica. Nos llaman feminazis faltándonos el respeto y tratándonos de locas e histéricas, como vienen haciendo desde que el mundo es mundo y el macho nos teme. Y lo triste e irónico es que a gente como Biondini y Montagut no tienen los huevos de llamarlos por su nombre, y dicen que son militantes de partidos “de extrema derecha”. Ah no, eso sí que no. Son NAZIS. Ellos SÍ son nazis, y no tiemblo en decirlo. Ellos sostienen una ideología racista y discriminatoria, basada en la supremacía aria y machista, viéndonos como inferiores no solo a las mujeres sino a varios colectivos sociales y étnicos. Entonces, ¿en qué quedamos?
            Yo quiero la igualdad, ellos la opresión. ¿Quién es el nazi?
            Ganemos la batalla simbólica y digamos las cosas por su nombre: los nazis son ellos, no nosotras.


Link a las fotos que tomé en el 8M, testimonio de una marcha hermosa, pacífica y llena de vida: https://www.flickr.com/photos/pochoclocosmico/


Si estuviste en la represión como testigx o fuiste detenidx o reprimidx, por favor acercate a Procuvin en Perón 667 o llamá al +54 9 11 5143-0803; la UFEM y Procuvin están tomando denuncias de manera conjunta. Por favor, acercate.

24.2.17

El silencio de las corderas.

            Últimamente entre las pelotudeces machistas que una tiene que escuchar está un discursito muy particular que hace que se me hiele la sangre y me suba el reflujo hasta la garganta. Así de gráfica la reacción.
            El siguiente párrafo es un pedazo de un comentario en una publicación de Facebook, en el cual una víctima de abusos varios por parte de su ex pareja compartía su testimonio y el de otras mujeres también violentadas por él. No fue el único comentario desagradable pero fue el que peor me indignó y el que más me llevó a pensar. ¿Quieren saber lo peor? Quien escribió el comentario es una mujer (evidentemente más machista que muchos machos). En fin, es el siguiente:

“Hay mujeres que realmente son abusadas. Si te abusan no querés seguir viendo a tu abusador. “
            En primer lugar, es preocupante su presunta distinción entre un abuso que es “real” y uno que no lo es. ¿Acaso el abuso psicológico no es abuso? Ah claro, me olvidaba que si no deja moretones no es real, que si no te mata no vale la pena tomar la denuncia desde la fuerza policial, y que todas las secuelas que deja un abuso que no se puedan ver no son “reales”. Cómo se nota que no son ustedes quienes noche por medio se despiertan temblando porque las pesadillas no los dejan dormir en paz, o que cada tanto se notan pensando sobre ustedes mismos en términos no muy simpáticos que no les pertenecen en lo absoluto.
            Déjenme aclarar algo: el abuso no solamente es sexual o físico. Hay formas sutiles y otras más obvias, pero NINGUNA de ellas deja de ser abuso. Sea éste psicológico, físico, patrimonial y/o económico, tecnológico (nombre que suele designar al control de redes sociales y dispositivos de la víctima), simbólico, o sexual, es abuso acá y en todas partes. Que sea reconocido institucionalmente es otra cuestión, pero es abuso. Punto.
            No existe un abuso “real” y uno “ficticio”. Si sucedió, aunque sea una sola vez, ya es abuso y ya es muy grave. Y es válido que la víctima se identifique como tal.
            En segundo lugar, la persona que comenta ignora por completo la realidad de una relación abusiva. De saber realmente cómo se juegan las cosas en esa situación, no diría eso. No es tan simple como “si te abusan no lo querés seguir viendo”. Quizás la víctima no se está dando cuenta de que lo que le pasa es abuso, gracias tanto a la naturalización de la violencia dentro de la pareja como a gente como vos, que anda diciendo que hay categorías de realidad dentro del abuso. Quizás cuando se lo cuestionó ya le dijeron que se deje de joder, entonces no habló más. Quizás tiene miedo de dejarlo. No sabés las condiciones en las que está y todo lo que se puede hacer es conjeturar de manera pelotuda.
            Dejar a una persona abusiva y violenta no es sencillo. No es como cortar una relación normal en la que la otra parte se supone respetará la decisión de manera adulta. Estamos hablando de relaciones en las cuales una de las partes no respeta a la otra, la cree inferior, la hace sentir culpable, invalida sus opiniones y creencias y la manipula de maneras retorcidas. Creo que se entiende que no es tan simple como lo afirmaba la señorita del comentario, ¿no?
            En tercer lugar, y lo que más me indigna del comentario en cuestión, es que deja traslucir el discurso que mencioné al principio. Tácitamente lo que se afirma, al decir que hay un abuso “real” y otro que no lo es, es que la mujer que relataba su experiencia no debería quejarse porque otras la han pasado peor. Lo cual es casi tan ridículo como decirle a alguien que no puede ponerse feliz por haber aprobado un final sólo porque otros ya están recibidos de licenciados.
            Qué peligroso decirle eso a una víctima de abuso. Decirle que como otras la tienen peor ella tiene que callarse, que no tiene de qué quejarse…cuando lo que está sufriendo seguro la lleva por el mismo camino que las demás maltratadas. Qué peligroso naturalizar lo que le sucede, que NO es normal y NO está bien. Qué peligroso incitarla al silencio de las corderas, a la sumisión frente a la violencia, a la aceptación sin peros de aquello que nadie debería experimentar. Qué peligroso ser cómplice de la opresión.
            Este discurso me enferma, me hace hervir la sangre y subir el reflujo hasta la garganta, justamente porque es peligroso y cómplice. Cómplice de la violencia y el abuso, de la sociedad que puede hacer desde que sufras acoso callejero hasta darle la impunidad a un macho celoso para matarte. Y que encima creas que lo primero fue tener suerte.

            Lo último que pienso decir, porque ya he sido bastante clara, va especialmente a aquellas que han vivido o quizás viven situaciones similares. No crean que porque hay otras pobres mujeres que sufren acosos más violentos sus experiencias son inválidas. Para nada. Toda violencia contra la mujer se inscribe en el mismo círculo vicioso y todas están relacionadas como una gran red que se sostiene por sí misma gracias a cada una de sus manifestaciones. Eso que muchos naturalizan permite que sucedan hechos que después los llenan de falso e hipócrita horror.
            Sus experiencias son siempre válidas. Si sienten que algo las incomoda, las lastima, o las violenta, y su pareja no lo reconoce o se niega a hablar de ello, busquen ayuda. Si bien el Estado se lava las manos, llamen al 144, denuncien. Hablen con las personas de sus círculos íntimos, de su confianza, pónganlos en alerta. No están solas. Las demás víctimas y supervivientes estamos dispuestas a gritar con ustedes, porque ya no queremos ser ni corderas ni cordiales. Lograr debatir ayuda a desnaturalizar y a entender que el amor no debería ser una tortura.
            Que no te coma el lobo, cordera.