Acabo de terminar de ver The theory of everything, y es hermosa.
Hacía mucho que no lloraba así con una película. Hacía mucho que no me sentía
tan identificada, tan transparentemente comprendida. No puedo dejar de llorar.
Sí es sobre Stephen Hawking y sí es
sobre su enfermedad. Pero también es sobre la relación con Jane, y la manera en
que, a veces, no alcanza quererse cuando los problemas superan las soluciones
disponibles. O cuando no hay solución.
Me sentí comprendida. No pienso ponerme
al nivel de la enfermedad de Stephen Hawking (nada más lejos de la verdad),
pero me identifiqué porque también siento que tengo un problema sin solución,
que nadie sabe de dónde salió, y que ni yo misma entiendo. Puede parecer
exagerado, pero para mí es una de las peores cosas con las que tuve que tratar,
y lo que más dolor me generó los últimos casi cuatro años. Lo que me hizo
perder lo que podría haber sido de otra manera…Lo que causa que no me quiera en
absoluto y que crea que no va a haber forma, nunca, jamás.
Creo que hay algo que comparto con la gente
que tiene problemas sin respuesta, con la gente que padece enfermedades sin
cura: estamos muy solos. No es una soledad absoluta en todos los casos. Una
persona puede tener mucha gente alrededor y aún sentirse horriblemente sola,
porque algo le falta, porque alguien no está. Porque de alguna manera hay una
barrera entre una y el resto de la gente, que no se puede saltar, ni esquivar,
ni cruzar. Sos diferente, y vos lo sabés aunque el resto no. Eso es lo que te
separa. La humillación que te da si tenés que explicarlo, el dolor que te
genera, la desesperación de que nadie te entienda, de no poder hablarlo con
nadie. Es una carga muy pesada, sobre todo cuando tenés que hacer de cuenta que
todo está bien, cuando tenés que poner excusas si alguien habla del tema,
cuando tenés que fingir ser normal…y no lo sos. Es muy pesado tener que mentir
todo el tiempo, tener que sostener una ficción constante cuando lo único que
querés hacer es gritarle a todo el mundo que sí, que sos un fracaso de mujer,
que no podés hacer algo que todos pueden. Que algo tan normal para vos es una
carga, que algo tan natural y deseado te resulte inalcanzable, cuando debería
ser algo casi cotidiano. Sentís la derrota cuando tu círculo más íntimo entra a
eso, y vos ahí parada, como si un patova feo y gordo te dijera que vos a ese
boliche no entrás.
Llegué al límite de creer que no voy a
poder encarar nunca una relación medianamente normal con nadie. Que nadie va a
quererme de esa forma, que nadie podría
quererme de esa forma nunca…y que no me quisieron tampoco de esa forma, nunca.
Después de lo que pasó ese puto miércoles once (sí, era ONCE), de lo que me
dijiste, de lo que no me dijiste, pensé mucho. Y al final, tristemente, terminé
concluyendo que esos tres años y medio, un poco más, no fueron para vos lo
mismo que para mí. Que yo no fui para vos lo mismo que vos fuiste para mí.
Es muy difícil aceptar esto. Para mí,
ese tiempo fue hermoso, fue feliz. ¿Problemas? Obvio, teníamos problemas…y yo
tenía mi problema, gigante, horrible,
insuperable. ¡Pero yo era tan feliz! Me sentía segura, protegida…querida. Yo
creía que estábamos en el mismo lugar. Por primera vez alguien estaba conmigo
de verdad, por lo que yo era, por lo que compartíamos. O eso pensaba.
Capaz que me quisiste, pero amar, lo que
se dice amar, hoy pienso que no estuvo. Porque dijiste que conmigo “estabas
bien”, no feliz. No sé explicarlo bien, pero creo que te conformaste conmigo.
Quizás fue pena. Quizás me querías de verdad hasta que se destapó todo, y
después fue…bueno, ahí es donde no sé qué decir. Tengo la horrible sensación de
que te quedaste por muchas razones, pero el amor no fue una de ellas. Y no me
sale explicarlo mejor. A veces me quedo sin palabras: hay cosas que no se
explican con palabras. En la película, Jane cuida a Stephen, se queda con él,
pero quiere irse, no porque no le importe, sino porque no lo ama y no puede más.
Eso es lo que siento que pasó.
Lo que más me duele es sentir que fui
para vos una carga. Yo solo quería hacerte feliz como vos me hacías a mí. Lo intenté,
pero no me salió. ¿Cómo no me di cuenta antes? Tendría que haberlo visto en tu
cara de decepción cuando otra vez era lo mismo, tendría que haber notado tu
fastidio viendo las relaciones normales de tus amigos y conocidos. Tendría que
haberte dejado en paz a tiempo y asumir que alguien como yo no puede estar con
alguien normal a menos que se cure. Pero ya no creo que haya una cura para mí,
ni para la angustia que lleva años queriendo salir. No creo que exista alguien
que tenga la respuesta, porque debería tenerla yo y no la tengo.
Cuando me fui fue porque,
inconscientemente, algo de esto vi. Creí que en otro lado iba a encontrar la
cura a mis temitas, hasta que entendí que los voy a llevar conmigo a donde
vaya, porque viven en mí y nadie que esté conmigo tiene la culpa. Me agarré
como una estúpida de la idea de que había una cura en alguien, y la cura no
fue. Y ahí estaba la puta soledad otra vez, el estar aislada, el querer romper
la mentira de una vez por todas y quedar como una estúpida frente a todos. La
angustia, el dolor, la desesperación. Extrañamente, también la certeza de saber
que los pocos que saben se burlan de vos, porque nadie entiende lo que se
siente…humillante.
Ya no te culpo por nada. Sí, estoy un
poco enojada, sí, estoy muy dolida, pero tengo que entender que la causa
estriba más en mí que en vos. Es raro, pero te entiendo y veo por qué no
querrías nunca que vuelva la carga a tus hombros. Está bien, y hasta te perdono
por la crueldad innecesaria de algunas cosas que me dijiste. Creo que hasta las
merezco por haber sido una piedra en el camino por tanto tiempo.
En la película se ve cómo él entiende
que tiene que dejarla ir, pero nunca deja de quererla en el fondo. Eso me pasa
ahora. Entiendo que nunca más te voy a ver, ni voy a escucharte reír conmigo,
ni te voy a tener acá cuando te necesite. Sé que te voy a extrañar
inmensamente, como te extraño ahora. Tu voz, tu risa, tu olor, tus abrazos,
hasta tus enojos, tu conocimiento innato sobre música, tu presencia. Pero ya no
estás y hay que asumir estas cosas, aunque en el fondo siga sintiendo lo mismo.
Aunque te adore como siempre.
A pesar de todo el dolor, sé que sos una
persona maravillosa, y no puedo dejar de decirlo. Sé que vas a ser feliz en tu
vida, sea con alguien o no (porque no sé qué querés realmente, pero sí sé que
no vas a volver a buscarme nunca). Yo me las voy a arreglar. Es como en la
escena de la conferencia, cuando dice que a pesar de todo lo malo podemos
encontrar algo en lo que seamos buenos y que nos haga triunfar. Algo voy a
encontrar para triunfar, y lo demás será cuestión de tiempo. Por más que
necesite a alguien, quizás no sea tan malo estar sola siempre. Bueno, no me lo
creo ni yo, pero es lo que hay: cuando sos rara y problemática, no podés
esperar que te quieran como si fueses normalita.
Perdón infinito por no haber sido la
novia que te merecías, la mujer que querías, la compañera que debería haber
sido. Y gracias por haberme hecho sentir normal y querida, aunque haya
entendido que no soy normal, y que capaz eso de quererse no es lo que me toca a
mí en esta vida. Y me permito decirte lo que no quisiste escuchar: te amo.
Aunque sea imposible, inútil, y desesperado, yo te amo. Aunque vos no lo hagas
y nadie lo haga, yo sí. No hace falta ser normal para poder amar a alguien, y
yo te amo.
Quizás ya no te espero, pero te amo. Y
eso es todo lo que sé.